Alguien escribió alguna vez que “el descubrimiento de un nuevo plato es de más provecho para la humanidad que el descubrimiento de una estrella”. Con todo respeto hacia las brillantes constelaciones, la gastronomía nos deja muchas anécdotas en el Albergue Cruceiro de Pedrouzo.
La de la foto es una tortilla de hinojo/eneldo con toques de menta. Simplemente unidas con huevo. Y sus creadores fueron un grupo de peregrinos italianos, que aprovechó la gran abundancia de esta planta frente a nuestro establecimiento. Se mostraban sorprendidos cuando se les indicó que aquí apenas se usaba. Ellos hirvieron la parte verde (la raíz también la emplean en la cocina en otros platos), la secaron previo escurrido y a continuación esta sorprendente tortilla, que además nos dejó un dulce aroma anisado todo el día.
La cocina es un punto neurálgico que nos permite aprender mucho: los trucos de los italianos con la pasta y sus siempre sabios consejos; la mezcla de verduras, especias y carne que realizan los peregrinos coreanos y asiáticos en general (además de su pasión por las mandarinas); las tortillas rellenas de muchas capas (mayonesa, tomate, atún, fiambre, etc.) que sirven para revivir al más cansado y que siempre son de caminantes españoles; o las riquísimas crepes que muchos peregrinos americanos preparan para la merienda (normalmente con un bote de Nutella a mano).
Crisol de nacionalidades, sabidurías, trucos y sobre todo, aprendizaje. A esto se suma algo muy importante: el compartir lo que haya sobre la mesa. Nadie se queda sin algo que llevarse a la boca en un albergue de peregrinos. Y eso, sin duda, es una de las mejores cosas que pasan en el día a día.
Entrada facilitada por www.alberguecruceirodepedrouzo.com